miércoles, 14 de julio de 2010

Dominio do Bibei (Langullo -OU-)

Unos de los jóvenes productores de caldos gallegos más de moda son quienes están llevando a cabo esta maravillosa empresa que apunta a formar parte de la nueva escuela en la definición de los nuevos vinos; la renovación.
Se que para muchos sería preferible que dijese que están contribuyendo a elevar el sector al nivel de otras zonas más consagradas; pero a mi me da la impresión de que van bastante a su bola y no tratan de imitar a nadie. Aunque asesorados por monstruos de la talla de Sara Pérez y René Barbier, cabe esperar algo importante.
De todos modos yo sólo soy un ignorante del tema que trata de transmitir la sensación de lo nada que conozco de este mundo infinito que es el vino. Y que quede claro que no es modestia, si no una realidad que se avisa arriba en la declaración de intenciones precedida por el nombre de este humilde blog.
También quiero aclarar, que como casi siempre, estas impresiones que aquí os dejo, parten únicamente de mi mismo; pues estas etiquetas, no suelen dejar contento a casi nadie. Para mi, dichas etiquetas, son una herramienta que utilizo de modo desenfadado y de las que no me gusta depender. Básicamente trato de expresar las ganas de hacer algo bien, algo diferenciado, con sello propio y que como suele suceder, podrá abrir camino a un estilo de trabajo más definido.
Está claro que a la hora de hablar con casi cualquier responsable de un producto nadie reconoce intentar nada más allá de ofrecer un producto de la más alta calidad, partiendo de lo autóctono, de la producción propia y de adaptar los métodos, técnicas y procesos para conseguir esto. Lo que sucede es que al profundizar algo más se aprecian lineas filosóficas distintas a la vieja escuela(alta producción a toda costa) y objetivos diferentes; que miran hacia delante; a veces a lo que se hace en otros lugares (a lo que está funcionando, claro) e incluso a alcanzar fines, que en un principio puedan parecer utópicos.
Bueno no me enrollo más; trataré de que la imágenes tomadas por mi colega Manuel manpali@hotmail.com en esta visita express a los viñedos y bodegas de Dominio do Bibei; hablen por si solas y que sólo necesite unas cuantas lineas más para aclarar las claves que David Bustos, uno de sus responsables, nos ha dado durante dicha visita.
Este es el comienzo; breve saludo a los amables anfitriones, disculpas por nuestra tardanza y arriba, sin tiempo que perder.
Debo aclarar que el día anterior quien escribe esto, había hecho solito un viaje en coche ida y vuelta a Madrid, por motivo de una entrevista laboral. Tras el tute de 12 horas de coche; a planchar oreja tres horitas y otro tute de 3 horas para Terra de Trives. Me duele sólo de recordarlo; menos mal que al menos el segundo viaje ha resultado en algo positivo.

En esta serie podéis ver los viñedos de múltiples varietales, sinceramente no las recuerdo todas, pero a parte del Mencía os podréis encontrar con Garnacha Tintorera; Brancellao, Albariño, Godello, Doña Blanca, etc...


Es muy interesante observar la convivencia entre zonas plantadas 6 o 7 años atrás y las cepas más antiguas. Se palpa la juventud del proyecto; la investigación, los errores y el aprendizaje y la evolución en un corto espacio de tiempo.






Según David una utopía a perseguir es lograr un vino para cada uno de los varietales - zona. Esperemos ir probando los resultados y que dicha utopía no lo sea tanto.



La verdad que los paisajes que ofrece la Ribeira Sacra son brutales y veréis que el diseño y el diseño de la bodega, también es algo a destacar. Ahí nos podéis ver en el descenso al cielo.


El funcionamiento de este edificio tan bien integrado en la montana, se basa en la gravedad. Veréis en las fotos posteriores parte de los elementos utilizados para el proceso; vendimia, reposo, vinificación, embotellado...
Como curiosidad os contaré que la impresionante etiqueta de Lalama, fue en parte obra de David; quien mandó imprimir en la misma el boceto primero que el arquitecto dibujó para proyectar el edificio. ¡Que grande!



La investigación es apasionante y detestable a partes iguales; a veces se obtienen grandes resultados con cifras imperfectas y viceversa.




La verdad que el trabajo enológico podía observarse en prácticamente cada rincón de las instalaciones. Parafraseando a un conocido, David nos dijo que "para hacer un buen vino necesitas aprender 100 lecciones, a lección por año".




He ahí los tanques cónicos. Fijaos en los detalles de las etiquetas en pizarra. En todo el edificio se observan los materiales primarios, como la madera de roble y el hierro sin tratar.

























Continuamos descendiendo hacia las siguientes estancias donde continua el proceso. A la derecha veis la nave de blancos, que al igual que la motocicleta del fotógrafo, está refrigerada por agua.









El descanso de los justos. Barricas de roble francés, austríaco... roble vamos...
La mayoría de 300l. y creo recordar que las grandes eran de 500l.
O lo que es lo mismo; se prescinde de la clásica de 225l.








Curiosas anotaciones las de Laura, la enóloga. Algunas semejaban jeroglíficos; me gustaría saber como tiene ordenados los discos. Seguro que SÓLO ella consigue encontrarlos.











¡Que linea!














El reposado del vino embotellado se realiza durante 18 meses; ¡ahí es na!














La sala de cata; con una estética en la línea de la bodega. Aunque en esta imagen se aprecien tintes de rituales satánicos.

En la imponente estantería del fondo había unas 100 botellas de cada uno de los vinos que ha producido la bodega.
Sin haber desayunado no se yo si no será mejor dejar alguna sin probar...

Ya en la nave de blancos












Las siguientes imágenes; que parecen extraídas de una película de ciencia ficción; son en realidad las cápsulas donde descansan algunos de los blancos.
Si os fijáis en el etiquetado; os percataréis del estilo Bibei.






















El momento cumbre llegó con la cata improvisada de dos Lalama; uno del 2007 a modo de primicia y otro del 2002, que nos habló de los orígenes y de sus primeros frutos. Me quedo con la sensación de que el 2007 marca más la mencía que el 2006 que había probado en un par de ocasiones y con el divertimento de las aristas, dulces imperfecciones y marcado tono especiado de la primera añada. Todo un lujazo.
Por último me gustaría agradecer a David y a todo el equipo la atención que nos brindaron. Les deseo lo mejor para su proyecto ¡y yo que lo pruebe!

2 comentarios:

  1. Magnífico reportaje. A mi no me acaban de convencer estos vinos.

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  2. Gracias Toni.
    Pues a mi el blanco me ha encantado, pese a ser de tintos a muerte.
    Lo que no me acaba de entrar es el Lacima (100% mencía); es complejo y cosa fina, pero muy caro y a precios iguales probablemente (y depende para que)escogería Lalama.

    Ciao.

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